– Hace poco que entre a este internado, mi abuela Emina dijo que era lo mejor para mí, por lo de mis padres, hace una semana que murieron. A mi abuela le afecto mucho la muerte de su hijo, Franco, debe ser porque era el único y a mí también me afectó, yo los quería mucho.
Cambiando de tema, el internado es mixto, es genial. Antes de venir estuve revisando el sótano y encontré unos apuntes de mi abuela, en donde habla de un tal Vicente y Max, supongo que no le molestara saber que sus apuntes no están…
– Permiso, Yumi, es la hora de cenar- dijo mi amiga, Lena
– Sí, ya voy- y dejé de leer la historia de mi abuela- Bruno estuvo preguntando por ti, se me había olvidado decirte- le comenté a Lena
– Llegamos- respondió ella evitando el tema.
El comedor es amplio, le di un vistazo para ver algo diferente, pero todo estaba como siempre, la misma gente y los mismos comentarios:
– Mira, la nueva- se oía decir
– Sí y es huérfana- respondían
Hace ya 3 días que hacen los mismos comentarios, me dio rabia y decidí responder:
– Huérfana no soy, tengo a mi abuela, y si tienen algún problema díganlo, ¡OK!
Justo cuando terminé de hablar apareció el inspector y dijo:
– Hace una semana que estas aquí, es un periodo corto para recibir un castigo, ven.
Al salir oí que Lena me decía:
– Eres una tonta, no debes hacerles caso…
El inspector me miró, luego habló:
– Ve a tu cuarto, te quedaras sin salida por una semana, le avisaremos a tu abuela, ah, y te quedaras sin cena.
Estar confinada a mi cuarto no es nada, ya era muy tarde cuando sentí a alguien en el balcón, salí y vi sin sorpresa que era Bruno.
– ¿Molesto?, tú no estás tan gorda como para irte sin cenar, ¿no? – dijo
– Ja, dices no estoy “Tan”, o sea que…
– Permi, del tiempo que llevo aquí nadie había respondido los comentarios, eres valiente- comentó y se sentó.
Habitualmente él hacía paseos nocturnos, es muy especial, sociable, sin embargo, nadie lo conoce de verdad. Mientras conversábamos él dijo:
– Puedo tocar la armónica- y agregó- ¿qué otro castigo tienes?
– Tócala, no puedo salir…
Escucharlo tocar me relaja tanto que empecé a cabecear, quizás esto le molesto, porque se levantó y dijo:
– Si te aburro me voy, chao
– Espe…. ra- pero ya no estaba
Al día siguiente todos se iban como todo fin de semana, y me quedaría sola.
– Chao, Yumi, decía Lena- nos vemos el lunes.
Cuando me despedí de todos, había un joven con su abuelo, este último le decía:
– Lo siento, Benja, pero si tus padres lo decidieron
– Pero abuelo Vicente, ¡¡¡ahg!!!, Esta bien, adiós.
Y entro, entonces me vio y dijo:
– ¿Qué miras, te debo?
Lo observe, pero no le respondí, se veía mayor que yo, debe tener la edad de Bruno, o sea, 17 años.
Fin Cap. 1