Por fin empezó la semana estaba ansiosa por ver a Lena que me contaría que había pasado con Bruno, sin embargo, al llegar ella ni me saludo, cuando por fin la vi sola me acerque a hablar con ella.
– Hola, no te vi bien y no quise molestar- dije
– Sabes, Bruno me invito a salir para hablar de ti, crees que estas mal pero yo le dije lo contrario.
– Y lo estoy, quiero decir, yo estoy… bien muy bien- aseguré
– Al final paseamos comimos helados y…….
– ¿Qué?- pregunte
– Él y yo nos….
– Es lo que pienso?
– Sí- mintió
– Que bien
– No le digas que te conté.
Pasaron 2 meses desde esa conversación y también hubo muchos cambios: el Benja se convirtió en el más popular junto con el Bruno, este último ya no iba a mi pieza. El Benja no me hablaba y Lena pasaba mucho tiempo con Bruno, o sea que más sola no podía estar. Una tarde se puso una pareja se puso a conversar debajo de mi balcón, sus voces me eran conocidas pero no salí a ver, sin embargo escuche lo que decían.
– Tú me gustas porque no me das una oportunidad.
– Sabes perfectamente que solo eres mi amiga- decía él- te lo dije la otra vez- agrego
– Todavía te….
– No, a ella le gusta el nuevo
– Ves entonces que esperamos…….
Luego de esto se fueron entonces sentí una angustia enorme, necesitaba desahogarme, pero mi di cuenta de que no tenía a nadie a diferencia de mi abuela que tenía a Max, yo estaba sola entonces lloré como nunca y me di cuenta de que jamás tendré a alguien en quien poder confiar, me di cuenta también de que Bruno y yo compartíamos algo una careta dice conocernos, pero…… Entonces me dormí fue un sueño intranquilo, me sentía mal, para levantarme me costó mucho, y cuando estaba en la puerta del comedor me desmayé.
– Miré, está despertando- oí la voz de Bruno.
– Hija, ¿estas mejor?- dijo mi abuela
– Sí, ¿por qué se preocupan si solo me desmaye?
– Si claro solo un desmayo, has estado aquí por un mes- respondió Bruno
– Han venido muchos compañeros a verte- agrego mi abuela.
– ¿El Benja también?- pregunte
– No, él, no ¿por qué preguntas?- dijo Bruno
hice lo mismo que él, o sea no conteste, luego entro el doctor y pido que se fueran porque la hora de visitas había terminado. Cuando ya era muy tarde oí la voz de una mujer que decía:
– ¿Por qué no se murió? Hubiera sido todo más fácil…