Mientras tanto Esteban se acercó al equipo de tenis y pidió que llamaran a Aimary, a pesar de lo que le dije no pudo evitar ser antipático.
– Mira no se que tontera hiciste conmigo, pero… pero te doy las gracias correspondientes- en ese momento salí y los vi hablando. Me fijé en él y lo vi algo ruborizado se notaba por que él era pálido de ojos celestes, su cabello gris. Luego la observé a ella y muy asombrado vi que le sonreía, hablo, pero no pude escuchar sin embargo le leí los labios:
– De nada espero que ganes sería una gran alegría para mí- cuando ella dijo eso Esteban no pudo evitar sorprenderse y sonrojarse. No me convenía que él la tratara mejor así que me acerque a ellos.
– Hola!!, Esteban, ¿cuándo te vas? – hable automáticamente luego agregue- digo, ¿cuándo empieza tu torneo?
– El lunes. Debo irme, chao.
Cuando estuvo lejos le pregunte a Aimary:
– ¿Por qué a mi no me sonríes como a él?
– El domingo iré a apoyarlos- respondió evitando el tema.
– Genial, te prometo que ganaremos. Explícame, ¿cuándo supiste que tenías la habilidad de sanar?
– ¿Tú… como lo sabes?, ni siquiera se lo ha dicho a mi mejor amiga.
Para convencerla le dije:
– Aunque no me quieras decir si yo te toco lo sabré, porque con un solo roce puedo conocer lo que piensas las personas, pero no el digas a nadie es un secreto, ¿sí?
– Parece que no me queda otra. Hace 5 años mi padre estaba grave en el hospital, cuando estuve frente a él, sentí que si lo tocaba todo estaría bien y así fue, luego supe que cada 3 generaciones una persona de mi familia nace con este don, claro que nadie lo sabe espero que sea así- termino de decir.
– Así será, ahora estamos unidos porque guardamos el secreto del otro.
– Así parece- contesto.
Fin Cap3.