El juego de estar con él se acaba.
Termina mi tiempo de estudiante y emprendo mi camino hacia una adultez… adultez que a la que no puedo renunciar. Honestamente lo amo mucho. Pero ambos sabemos que esto no tiene buen puerto.
Lo miro por última vez y me despido con el corazón. No me considero capaz de ir y decirle que quizás más adelante podamos volver a emprender la aventura de amarnos. ¿Cómo le explico todo lo que siento? ¿Cómo le digo que quiero atesorarlo para mi y no dejarlo ir nunca? Esto de amor intensamente me supera, hasta siento que tengo un amor obsesivo con él.
Me iré y ya. No sabre más de él y de su vida, ni de lo que haga.
- Inder, espero que te vaya bien… Siempre…
Lo miro y sonrío, sus buenos deseos me lastiman, no seré valiente y me rendiré ante sus encantos de nuevo. Quiero romper en llanto y no debo…
- ¿No tienes nada para decirme? – insiste.
- Gracias por todo. Y adiós – me doy la media vuelta y me marcho.
No siento que me retenga, ni que me diga alguna palabra más. Pero que egoísta de mi parte. Lo estoy dejando y aun así espero que me pida que me quede.
Camino lentamente esperando, estúpidamente una escena de película, donde me detenga, me bese y me prometa que todo estará bien.
Pero nada de eso es real. Lo bueno terminó, porque nada es eterno.